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Autor Invitado

El fernet, la picada y el cuarteto identifican a Córdoba, aunque el cabrito no se queda atrás. ¿Dónde comer este manjar?

Por Gustavo Scarpetta

Si uno piensa en cabrito en Córdoba piensa principalmente en Quilino. Aunque este no es el único lugar, sino que en toda la provincia hay muchos sitios donde comer y algunos están en la capital cordobesa.

Para los que quieren comer un excelente cabrito sin salir de Córdoba hay varias opciones. Los cabritos de Roberto, al frente del Shopping en Villa Cabrera (Virgen de la Merced 2500), una opción muy conocida y concurrida.

#cabrito #pastas martes en @loscabritosderoberto los esperamos!

Publicado por Los Cabritos De Roberto en Martes, 7 de agosto de 2018

Los Cabritos (Raymundo Montenegro 2764) le compite el liderazgo a Roberto en cuanto a calidad, y según el gusto del visitante se inclinará por uno u otro. Ambos lugares brindan una excelente oportunidad para comer este manjar.

Otras buenas opciones en la capital son: La parrilla de Miguel (San Juan 968) y Lo de Villalpando. En este último también hay opciones de locro y empanadas fantásticas para acompañar el cabrito. 

Dónde comer cabrito en las sierras

Casi todos los valles de Córdoba tienen lugares donde disfrutar de este manjar. En Traslasierra una gran opción la brinda el restaurante “Las Pircas”, donde lo cocinan todo el año, y en el verano es un lugar de encuentro de los turistas.

Hay algunas alternativas muy cercanas a Córdoba, como la del restaurante Pueblo Mío ubicado sobre la costanera de Villa Carlos Paz. Abierto todo el día, es un lugar de encuentro de la farándula después de que terminan las obras. Tiene muchas opciones en el menú y el cabrito es una de ellas, donde se lucen.

Para los que le gusten las sierras chicas pueden dirigirse a Úrsula, en El Manzano, que además de un hermoso lugar preparan el cabrito de una manera especial. Los turistas pueden aprovechar para visitar la Capilla de Candonga, y otros atractivos de nuestras sierras chicas. El Manzano está a 40 kilómetros de Córdoba, se llega por la Ruta E53 pasando Río Ceballos y El Pueblito. En temporada es importante reservar o ir con tiempo.

😍 ¡Hoy les decimos buenos días con esta hermosa postal de nuestro restaurante! En Ursula ya nos estamos preparando…

Publicado por Ursula restaurante en Sábado, 30 de noviembre de 2019

En Jesús María se encuentra la famosa parrilla Don Aristóbulo. Está ubicada sobre la Ruta 9 Norte a 53 kilómetros desde la ciudad de Córdoba.

Sorpresas te da la vida

Para los que son capaces de hacer 70 kilómetros hasta Oncativo o 50 hasta Colonia Caroya, para comprar unos buenos salames, comprenderán mejor estas dos recomendaciones.

Para los expertos, el mejor cabrito de Córdoba se come en el comedor camino a los túneles de Taninga -que es como mejor se lo conoce-. El nombre “real” es Comedor Las Águilas en la Comuna de Las Palmas que tiene una fama muy bien ganada. Ubicado sobre la Ruta Provincial 28 ofrece la opción “hasta decir basta” con el diente libre de cabrito, ensalada y papas fritas por $600. Es un lugar muy familiar y es una excelente excusa para visitar los famosos túneles de Taninga.

La otra gran sorpresa en la ruta es el “Quincho Gordito José”, en Ischilin, sobre la Ruta 60. Al igual que el anterior tiene una merecida fama en la zona por la calidad de sus platos. Se puede empezar comiendo unas exquisitas empanadas de cabrito, y también para aquellos que quieran probar otras opciones, hay rica comida casera. Tanto para los que se animen a viajar hasta Ischilin como para que los que están de paso y quieran visitarlo, esta fonda no los va a decepcionar.

En las cálidas aguas del Atlántico, próxima a Salvador, se encuentra esta pequeña población con palmeras, espectaculares atardeceres y una belleza que seduce.

Por Lorena Riera

Esta antigua colonia de pescadores se convirtió en el lugar de veraneo de las familias de Salvador y en la década del ’70 pasó a ser el punto preferido de hippies, quienes adoptaron la zona para disfrutar de la paz y el amor y fueron ellos quienes impusieron un estilo relajado e informal. Hoy es una de las localidades preferidas para el turista que llega a Bahía.

Morro de São Paulo, a 60 kilómetros al sur de Salvador -la capital bahiana-, es parte de un archipiélago de seis islas, de las que sólo tres están habitadas. Este paraíso cuenta con playas de aguas claras y arenas blancas, además  de los cocoteros y la selva atlántica que componen el escenario perfecto para los visitantes.

Llevar snorkel para las piscinas naturales que se forman en la Cuarta Playa. (Foto: Gábor Kovács/123RF).

Playas para enumerar

Por orden numérico, las cinco playas que componen Morro tienen sus particularidades. La Primera se caracteriza por las opciones deportivas, donde se concentra la práctica de surf, con Pedra do Moleque y Quebrancinha como puntos de atracción para la fraternidad de las tablas. La Segunda está más congestionada por sus bares de playa y su oferta gastronómica durante el día  y la noche, es una zona de pura diversión. Por su lado, la Tercera resulta más calma, aunque sirve también de punto de partida de excursiones. Más apartada e ideal para quienes eligen la tranquilidad de una extensa arena aparece la Cuarta. Por último, se extiende semi desierta con una larga fila de palmeras y termina en un manglar, la Quinta, bautizada como la Praia do Encanto.

Además de estas playas de Morro de São Paulo, en la misma isla existen otras: Porto de Cima, Porto de Pedra, Gamboa do Morro, Garapuá y Pratigi, todas se pueden recorrer contratando tours.

Típica postal son los vendedores en la playa. Una opción natural y económica son las bandejas de frutas cortadas en el momento. (Foto: Pablo Figueroa).

¡A caminar se ha dicho!

En Morro las calles son de tierra y adoquines con subidas y bajadas constantes. No existen autos, sólo algunos autorizados y con usos específicos, como el tractor que recoge la basura, una ambulancia o pequeños vehículos de los hoteles de la Cuarta y Quinta Playa para facilitar el acceso a la villa de sus huéspedes. Esto, obviamente, favorece un ambiente tranquilo y relajante.

Morro es para todo tipo de turistas: los que prefieren la tranquilidad y la fiesta; los que quieren la comodidad, hoteles económicos, albergues o casas ecológicas; para quienes disfrutan del día o la noche. (Foto: Gábor Kovács/123RF).

La lancha o el catamarán llegan al puerto y desde ahí hay que caminar hasta el hospedaje. El servicio que ofrecen los lugareños es el “taxi-carretilla”, transportando el equipaje desde el puerto hasta el hotel o la posada elegida. Si contrata este traslado –lo recomendamos para evitar llegar exhaustos al hotel- tenga en cuenta llevar cambio. La tarifa: se negocia en el momento.

Para todos los gustos

Las tarifas de posadas, hoteles y resorts varían bastante y la oferta es muy amplia. Los lugares más demandados son la Primera, Segunda y Tercera Playa y el pueblo, donde los precios resultan más bajos. El alojamiento depende de los intereses del viajero: para tener fácil acceso a todo y estar más cerca de la vida nocturna, hospedarse en la Segunda Playa. Si, en cambio, descansar y estar un poco más aislado es el objetivo, quedarse en las tranquilas Cuarta y Quinta Playa.

Para el presupuesto tener en cuenta que en temporada baja (mayo y junio) los precios de los hospedajes son más accesibles, sin embargo esta época es de lluvias.

En el pueblo, el “centro”, se concentran comercios en general; restaurantes; posadas; mercaditos; farmacias; cyber; cafés; puesto telefónico; la iglesia Nossa Senhora da Luz y las dependencias municipales, como la Policía y un Dispensario.

La ciudad fue bautizada como Morro de São Paulo por el fuerte de ese nombre que se construyó para evitar los ataques piratas en el siglo 17. (Foto: Paulo Leandro Souza/123RF).

Outfit de verano

En la isla nunca hace frío, las mínimas son de 22 grados y las máximas alrededor de 30 grados. Con este dato el equipaje para viajar a Morro debe ser sencillo y liviano. Recordar: calzado confortable, las calles son empinadas y todo traslado es a pie. Si las caminatas es una opción, llevar zapatillas bien confortables.

El agua no será cálida y la distancia desde las principales ciudades argentinas tampoco es corta: sin embargo, las playas de la Costa Atlántica bonaerense son un clásico imbatible, que combinan recuerdos de infancia con anchas franjas de arena y el placer irrenunciable a jugar entre las olas.

Por Graciela Cutuli

¿Qué tendrán las costas bonaerenses que pasan las temporadas y ellas siempre vuelven? En el Partido de la Costa, en Pinamar y en Mar del Plata no encontramos ni la calidez de las aguas del Caribe ni el encanto agreste de las brasileñas. Y el vientito (¡o vendaval!), todos los conocemos… sin embargo, no hay con qué darles: pasó diciembre, llega enero, siguen febrero y marzo… y no hay veraneante argentino que no sueñe aunque sea un ratito con todo lo que sí tienen estas playas: arenas finas y extensas para caminar hasta cansarse pisando la orilla de las olas de un balneario a otro; atardeceres magníficos y frescos para reponerse de los días al sol y dormir mejor que nunca; el eco de los vendedores de helados, choclos y churros que conforman el ABC de las vacaciones playeras; las noches de asado con amigos hasta que se arme la movida para ir a ver la salida del sol… Por eso, aquí una guía con playas bonaerenses para todos los gustos. El que busca, encuentra la suya.

Costa del Este, la playa del millón de pinos. (Foto: Diego Gorzalczany/123RF).

Mar del Plata (para citadinos a ultranza)

Si no se puede prescindir de la vida urbana, Mar del Plata tiene de todo para tentar. Empecemos por las playas: desde las del norte (las de Camet), entre acantilados que protegen del viento, están entre las favoritas de los pescadores. Más al centro aparecen las más concurridas y tradicionales: La Perla, Popular, Bristol -frente a la rambla y el Casino- y Varese, en la zona del Torreón: todas son de fácil acceso e ideales para sociables que pegan sus sombrillas unos con otros. A continuación Playa Chica -con sus protectoras rocas- y Playa Grande, naturalmente más cool porque está cerca de los Troncos y el Golf. Pasando el puerto -un clásico para ir comer pescado y mariscos- viene la línea de balnearios de Punta Mogotes, a lo largo de tres kilómetros. Tienen todos los servicios y un acceso fácil en auto (eso sí, a la hora de la vuelta hay que armarse de paciencia). Y finalmente, las playas más top de Mar del Plata están al sur del faro, entre zonas boscosas, barrancas y acantilados. Están los jóvenes y el epicentro de la movida marplatense.

La playa más visitada de Argentina. (Foto: Pablo Borca/123RF).

¿Y si llueve? Mar del Plata no tiene rival. Se puede visitar el Museo de Arte MAR, el Museo de Victoria Ocampo, la Casa del Puente, el Museo Castagnino y la casa de té del Bosque Peralta Ramos.

El Partido de la Costa

Bien puesto tiene el nombre esta porción de la provincia de Buenos Aires que reúne balnearios muy cercanos -tanto que por la playa varios se pueden conectar caminando- pero todos diferentes. En el extremo norte está San Clemente del Tuyú, con la reserva de Punta Rasa, donde se practica kitesurf, el oceanario Mundo Marino y el parque acuático Termas Marinas, que tiene aguas termales pero también juegos para los chicos. Luego vienen Las Toninas, Santa Teresita y la idílica Costa del Este, “la playa del millón de pinos”, cuyas casas de madera y piedra brotan en medio del bosque. A continuación Aguas Verdes, la Lucila, Costa Azul, San Bernardo y Mar de Ajó: las dos últimas son los principales centros de servicios de esta porción de la costa y San Bernardo en particular una de las favoritas de los adolescentes. Finalmente, la zona de médanos de Costa Esmeralda -un gran country marítimo- linda con una de las estrellas de las playas bonaerenses: Pinamar, un capítulo aparte.

Mar de Ajó, una de las más populares. (Foto: Luis Csar Tejo/123RF).

Pinamar y Cariló

El nombre lo dice: un mar junto a la línea de playa, pero también una ciudad cada vez más constituida como destino VIP de la costa argentina. Pinamar tiene desde grandes casonas para las familias que lo eligen todos los años hasta apart-hoteles y departamentos para los grupos de amigos que se inician en sus vacaciones independientes: ellos le ponen movimiento a la playa y, sobre todo, a las salidas nocturnas. Un clásico son las salidas a caballo, al atardecer, por las playas menos concurridas; la versión motorizada también existe y consiste en salir a explorar los médanos en vehículos todo terreno, diseñados para este tipo de paseos y capaces de ingresar en lugares que de otro modo serían inaccesibles. Pinamar se destaca también por la calidad de su propuesta gastronómica y forma casi un solo conjunto con Ostende -el balneario donde pasó Saint-Exupéry- y Valeria del Mar, con sus barrios tranquilos de casas junto al mar. Un paso más allá está el balneario VIP del partido de Pinamar: Cariló, construido en el corazón de un añoso bosque. Aunque creció imparable en los últimos años, no solo con casas sino con numerosos complejos de cabañas y apart-hoteles, conserva su encanto agreste y es ideal no solo para alojarse sino para visitarlo por el día, pasear por el bosque y hacer compras en su centro comercial, cuyo núcleo más antiguo fue levantado en madera.

Pinamar, un clásico de los veranos. (Foto: Horacio Causarano/123RF).

Villa Gesell

Fue el destino hippie por excelencia, pero ahora concentra no solo a jóvenes sino a numerosas familias atraídas por la renovación de su frente costero con una gran pasarela de madera, sus extensas playas y la animación del centro comercial organizado en torno a una gran avenida peatonal. Además del día de playa que siempre se elige cuando hay buen tiempo, en Villa Gesell se pueden tomar excursiones de aventura para salir a conocer los médanos vivos que llevan hasta el faro Querandí: solo se puede hacer en vehículos 4×4 y es una excelente opción para descubrir el lado B del balneario. También se puede conocer la casa del fundador, Carlos Gesell, y animarse hasta la cercana Mar Azul para practicar algo de sandboard en los médanos. Además está muy cerca de Mar de las Pampas, otro balneario en medio del bosque que creció hasta convertirse en el más top de la región en las últimas décadas.

Una playa con muchas opciones. (Foto: Jens Ickler/123RF).

Córdoba es una de las provincias con más ríos subterráneos de Argentina y uno de los más interesantes está en Calamuchita.

Por Gustavo Scarpetta

En la Oficina de Turismo de La Cumbrecita nos recomiendan llevar agua, una muda de ropa “porque se van a mojar” advierten, y una linterna frontal para iluminar las cuevas. Nos dan los datos de los guías habilitados, . La aventura nos lleva al río Wildbach que se introduce entre las montañas y se hace subterráneo, siendo uno de los tantos atractivos de esta bella localidad del valle de Calamuchita.

Al iniciar la caminata, se cruza el arroyo Almbach por un puente de madera. Allí comienza el ascenso hasta el Cerro Wank de 1.715 metros de altura. Es una travesía de mediana dificultad, se asciende mucho en poco tiempo, por lo que es necesario llevar ropa cómoda y zapatillas adecuadas.

Desde la cumbre del Cerro, mientras se descansa de la subida, el panorama invita a ser fotografiado. Desde aquí, el camino ahora es más plano y tranquilo y no cansa tanto. Quedan aproximadamente treinta minutos de caminata para llegar.

Durante el trayecto, en medio de una vegetación increíble, el WildBach nos sorprende con una cascada de unos 20 metros. Otro lugar para descansar y fotear. El silencio del lugar se llena con el maravilloso sonido de la caída del agua.

Para bajar al río subterráneo se utiliza un canal de piedras que es el techo de curso de agua. Se desciende con sogas y sistemas de seguridad. Si bien algunos rayitos de luz se cuelan desde el exterior entre el laberinto de rocas acumuladas alrededor, la oscuridad es casi total, por lo que hay que llevar linternas. Las que se colocan en la cabeza son las óptimas porque nos dejan las manos libres.

El trecho subterráneo es de algo más de treinta metros y se pueden recorrer de ida y vuelta. El agua? muy fría, pero es un alivio después del trekking.

A 45 minutos del río subterráneo se puede visitar la Cascada Escondida, otro de los atractivos de la zona.

Se puede llegar al río también desde Villa Alpina. Otro de los sitios turísitcos dignos de ser visitados. La Villa se encuentra a 1.340 sobre el nivel del mar, es el punto poblado más cercano al Cerro más alto de la Provincia, el Champaquí. 

Calamuchita ofrece tres opciones para bañarse en aguas subterráneas: Wildbach, La Puente y Arroyo El Socavón, este último está cerca de Villa Alpina, en el camino hacia el cerro Champaquí. El arroyo de aguas frías tiene un sector subterráneo con grandes piedras que generan oscuras cuevas, y en donde es muy útil el uso de linternas frontales. Este lugar es visitado generalmente por las viajeros que hacen la travesía al cerro, aunque es un atractivo en si mismo que vale la pena conocer. 

La Cumbrecita, para enamorarse

La Cumbrecita es el único pueblo peatonal del país. Los visitantes estacionan sus autos en la playa comunal ubicada en la entrada de la localidad. La ruta provincial 5 que lleva hasta él, está completamente asfaltada. Si bien muchos cordobeses, llegan al lugar para pasar el día, se consigue alojamiento con precios para todos los bolsillos.

Cascada en Córdoba. Argentina

Al viajar por Córdoba se pueden encontrar muy bellas cascadas en cada uno de los valles. Esas caídas de agua tienen una atracción especial para el turista.

Por Gustavo Scarpetta

La estancita

Muy cerca de Córdoba capital, a menos de 40 kilómetros de distancia se encuentra la cascada “La Estancita”, uno de los lugares más bellos de Córdoba. Está ubicada en Salsipuedes y se accede por el camino al Cuadrado.

Está bien señalizado, y hay que dejar el automóvil o la bicicleta a unos quinientos metros, ya que una tranquera impide el paso.

La cascada tiene algo más de 12 metros, y posee una olla de agua transparente que invita al visitante a bañarse en ella.

La caída de agua es caudalosa y conforma una olla que llama a sumergirse en la misma.  Se puede aprovechar para visitar conjuntamente con la cascada Los Hornillos.

Viajar por Córdoba. Córdoba fue elegida como el destino más soñado para estas vacaciones de verano.

Los Hornillos

En la zona del Dique La Quebrada, en Río Ceballos, se encuentra la Cascada Los Hornillos.  Hay que llegar hasta el Dique y tomar el camino hacia Colanchanga.

La cascada brinda una imponente postal, y espacios con árboles. Es un buen plan para tomar unos mates. No se accede por auto hasta la misma, y hay que realizar una breve caminata entre piedras. No sería recomendable para personas con problema de movilidad física.

Según los lugareños tiene una profundidad de cinco metros. Visitar el Dique La Quebrada, y llegarse hasta esta cascada es un excelente plan para toda la familia. Para los amantes del trekking es una opción interesante.

Los Chorrillos

La más alta de las cascadas de Córdoba. 115 metros de pura belleza en un entorno espectacular.

Está ubicada cerca de Tanti en la comuna de Flor Serrana, un pequeño paraje que se encuentra enclavado en las sierras cordobesas. En esa comuna está la Reserva Los Chorrillos.

La Reserva ofrece tres opciones para llegar hasta la Cascada: trekking, bicicleta o una aventura en 4×4, que es maravillosa. Son siete kilómetros, o 12 según el camino que se elija.

El Che Guevara elogió a la Cascada Los Chorrillos. Junto a unos amigos viaja a Tanti, y comparte una visita a ella, y la dejó plasmada en su famoso libro de viaje. Escribió “El espectáculo de la cascada de los Chorrillos desde una altura de unos cincuenta metros, es lo que vale la pena … el chorro cae desparramandose en hilera de cascaditas múltiples que rebotan en cada piedra, hasta caer despedazados en una ola que se encuentra debajo.”

Cascada de Olaén

La cascada de Olaén parece escondida, como si el que quiere apreciar su belleza deba esforzarse para encontrarla y está ubicada a 75 kilómetros de la capital.

Es una reserva natural y para entrar se cobra una entrada mínima. El sendero para llegar es breve y poco dificultoso. La cascada está rodeada de piedras y lugares donde los turistas se sientan a tomar mate.

Cerca de la Cascada se encuentra la Capilla Santa Bárbara una pequeña construcción que está rodeada de una solemne soledad. Muchos visitantes aprovechan el viaje para visitarla.

Cascada Escondida

Para visitar la Cascada Escondida hay que viajar hasta La Cumbrecita, la comuna casi europea que está a 130 kilómetros desde la capital.

Está bien señalizado y dirigirnos hasta la Cascada grande, la más cercana a La Cumbrecita. Para hacer visitas a lugares alejados se debe contratar servicios de guías habilitados y en la oficina de Turismo de La Cumbrecita se puede obtener un listado completo de los guías.

Luego de pasar por la Cascada Grande se sube al Cerro Wank -1700 mts sobre el nivel del mar-. Es un punto panorámico atractivo para las fotografías.

Siguiendo por el camino luego de arribar al Cerro quedan 30 minutos hasta la Cascada Escondida, un salto de 15 metros con una olla profunda y un lugar fascinante. La cascada vale cada paso y el cansancio.

Playas de oro en Villa Carlos paz

A continuación, te mostramos varias opciones super completas para disfrutar con amigos o en familia en la villa cordobesa.

Por Evelina Quinteros

A puro entretenimiento. Entre juegos, animales y aventuras Carlos Paz siempre se distingue como un excelente destino cordobés para visitar con los más chicos. Entre las alternativas más buscadas aparece el clásico parque de diversiones Pekos. Con variedad de espectáculos y atracciones, este espacio recreativo y educativo no pasa de moda. Así es toda una postal ver a los niños tirarse de los toboganes acuáticos, entrar a una réplica de una pirámide egipcia o verlos interactuar con los animales en un bioparque. Está abierto de 10 a 18 hs, todos los días.

Carlos Paz ofrece paseos destinados a los más pequeños de la familia. (Foto: Evelina Quinteros).

Otra opción para ir en familia es visitar el Complejo Aerosilla. En el trayecto uno puede deleitarse con vistas panorámicas del Valle de Punilla a hasta 15 metros del piso. Pero, esto no es todo, al llegar espera un gran combo: espacios para descansar, un acuario y serpentario. A su vez, hay juegos de aventura como tiro al arco y tirolesa y una “alfombra mágica” como tobogán para deslizarse. Se suma un museo para ver antiguos rieles y telesillas. Abre todo los días de 9.30 a 20 hs. ¿Otras propuestas? La Casa de Casper y el Bosque Aventura, dos atracciones imperdibles.

Las espectaculares vistas desde la aerosilla, un paseo ideal para disfrutar en familia. (Foto: Evelina Quinteros).

Chapuzones y música. El calor cordobés sólo se aligera en Villa Carlos Paz a través de las aguas fresquitas de sus balnearios. Para agendar: sobre el arroyo Los Chorrillos aparece El Diquecito y alrededor del río San Antonio se encuentran La Hoya, Fantasio, La Cascada, Playas de Oro y Sol y Río. En ellos se pueden encontrar baños, asadores y proveedurías. En contrapartida, si la idea es disfrutar de otros servicios, los paradores turísticos como Zebra Beach, Amarras y Tio Joe cuentan con piletas, canchas de fútbol y vóley y escenarios con Dj´s y bandas que musicalizan el descanso y la escapada.

Entre la naturaleza y la cultura. Para caminar y conectarse con la tranquilidad o para conocer más de la historia y el pasado de Villa Carlos Paz, Parque Estancia La Quinta cumple con ambos objetivos. Por un lado, cuenta con un predio de cinco hectáreas repleto de colores: árboles y flores nativas que van de la mano de senderos y espacios para relajarse. Por otra parte, es el refugio del Museo Numba Chavara, uno de los espacios arqueológicos cordobeses. En él se expone la cultura material e intangible de los pueblos originarios de las sierras centrales de la provincia. Entre las piezas arqueológicos destacadas son los restos de un glyptodonte con más de 8.500 años el que llama la atención en uno de los rincones de la sala.

En el Parque Estancia La Quinta hay senderos y espacios para relajarse y conectarse con la naturaleza. (Foto: Evelina Quinteros).

Teatro y artesanías. A la hora de disfrutar de las tardes y noches, con más 10 teatros, Villa Carlos Paz es la localidad cordobesa estrella en materia de funciones diurnas y nocturnas: las hay para todo público como para los más pequeños en diversos horarios. Si no, otra alternativa para disfrutar de un recorrido cercano es visitar el puente Uruguay. Con una linda vista del lago y como un mirador espectacular para sacar fotografías, este espacio se transforma en un largo circuito para apreciar y comprar artesanías, objetos regionales o presenciar diversidad de eventos.

En medio del lago. Ya sea a vela, motor o remo, en el lago de Villa Carlos Paz se pueden realizar todo tipo de actividades náuticas deportivas. Vale aclarar que hay sectores bien diferenciados para cada tipo de embarcación. De esta manera, se puede practicar o tomar cursos de jet ski, ski acuático, wakeboard, windsurf y kitesurfing. Para los que desean realizar alguna excursión lacustre, entre los paseos imperdibles aparece el recorrido en catamarán, en kayak o en hidropedal. ¿Y para los más aventureros? Buceo en la Playita de los Mimbres: un paseo subacuático como la mejor alternativa.

En el lago San Roque se pueden hacer distintos recorridos en catamarán, en kayak o en hidropedal. (Foto: Evelina Quinteros).
Cristo Redentor en La Cumbre, Córdoba, Argentina

Una oportunidad para para conocer un enclave cultural único donde su naturaleza resiste e invita a caminar y descansar.

Por Mariana Minervini

La localidad de La Cumbre es un hermoso paraje serrano ubicado a solo 95km por la RP 38 desde Córdoba capital por el territorio alto del Valle de Punilla que, tras un año de incendios, su naturaleza se recupera para vivir un verano a pleno. Un poblado con mil historias que en el año 2018 le permitieron contar con la declaración de Pueblo Histórico Nacional, un reconocimiento por parte de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos (Secretaría de Cultura de la Nación) debido al cuidado en el patrimonio arquitectónico de la ciudad. Al ascender hasta el lugar y encontrarse con una antigua estación de ferrocarril, nos transporta a otros tiempos y conecta con cierta nostalgia. Hoy se utiliza para brindar información turística y realizar actividades culturales; además de propuestas que permiten conocer también el origen de los primeros fundadores.

No se puede visitar La Cumbre sin haber visto el Cristo Redentor, los campos del complejo agroindustrial perfumista de Domaine de Puberclar, volado en parapente y recorrido los museos históricos como la Casa Museo de Manuel Mujica Lainez y el Museo de Motos y Bicicletas; lugares clásicos e imperdibles.

En el club house de La Cumbre Golf Club, socios y turistas pueden almorzar con vista a la cancha de golf. (Foto: Secretaría de Turismo de La Cumbre).

La aventura de caminar

Emplazada en el punto más alto de este hermoso valle, La Cumbre propone aprovechar sus temperaturas agradables para aventurarse a la naturaleza o simplemente descansar para renovar energías y encarar un nuevo año. Una opción a descubrir, se encuentra a solo 11 km de la localidad: la Reserva de Monos Carayá a cargo de una Organización No Gubernamental que lleva adelante el Proyecto Carayá que cuida y conserva al Mono Aullador Negro o Mono Carayá y otras especies, para que puedan volver a su hábitat natural. Se pueden realizar visitas y consultas a través de su web y también sumarse a su programa de voluntariado: https://caraya.org Facebook: Proyecto Carayá.

Desde hace unos años, la localidad serrana también se encuentra trabajando en lograr declarar la Reserva Natural Cultural de usos múltiples Río Pintos, que permitiría proteger este enclave único. Arribar al valle del Pintos no es fácil, pero vale la pena. Es un lugar excepcional que, una vez que se supera el desafío del camino y ya en la orilla del río, vale la pena sentarse en la arena y observar sus aguas limpias que discurren entre grandes piedras de diversos colores. Un ambiente cálido y agradable para dejarse llevar y observar el curso de agua, donde viven bagres y algunas truchas.

Por ese transitar

Esta región de las sierras, esconde rincones culturales y religiosos que marcan la identidad de su gente. Se pueden realizar paseos entre místicas capillas, entre ellas la Capilla San Roque, la más antigua del lugar con una simpleza en su construcción que invita a reflexionar o simplemente, contemplar. En el otro extremo, los deportistas pueden disfrutar de la adrenalina que implica recorrer tres km por ruta pavimentada entre paisajes serranos hasta llegar a Cruz Chica y Cruz Grande o el trekking hasta el Cristo Redentor. Para los osados, otra opción es subir por una ladera y a solo 8 km de La Cumbre, se puede visitar el Mirador de Cuchi Corral o “Corral de chancho” (conocido como el balcón de Punilla), con inigualables vistas del valle, del río Pinto y al atardecer; imponentes puestas de sol que acarician el alma. Desde allí, vale la pena descender desde el mirador para refrescarse en la Cascada de Cuchi Corral, pero hay que tener en cuenta que la caminata requiere buen estado físico y habilidades para maniobrar en el descenso además de cruzar por el arroyo para poder observar los distintos saltos del recorrido hasta llegar al río Pinto.

Cuchi Corral es una quebrada de 400 metros, su panorámica vista incluye al río Pintos en su base. (Foto: Secretaría de Turismo de La Cumbre).

La Cumbre es una villa cultural enmarcada por las Sierras Chicas, amable y confortable; conservada a lo largo del tiempo que espera tranquila la llegada de sus visitantes.

Miles de personas disfrutaron de esta fiesta en donde se prepararon 4000 porciones y parte de lo recaudado fue a beneficio Fundación Hemovida del Hemocentro Maldonado.

La 21ª edición de la Paella Gigante se realizó el pasado sábado 14 de diciembre en la explanada del puerto de Piriápolis. También, durante tres días, se llevó a cabo una feria gastronómica, con destacados referentes de la gastronomía local, además de una nutrida agenda de espectáculos y números musicales.

Organizado por la Asociación de Promoción Turística de Piriápolis (Aprotur) el evento contó con la presencia de la Directora General del Ministerio de Turismo, Hyara Rodríguez,el Intendente de Maldonado, Enrique Antía, el Director de Turismo de la Intendencia de Maldonado, Luis Borsari, el Presidente Aprotur, Manuel Reyna, autoridades del Hemocentro de Maldonado, entre otros importantes directivos y más de 40 medios de prensa de Uruguay y Argentina.

El chef Fernando Barbachán reveló a los medios presentes, los ingredientes utilizados para la elaboración de semejante paella: “350 kilos de arroz, 400 kilos de pollo, 300 kilos de cerdo y 600 kilos de mariscos entre calamares, mejillones, pulpa de mejillones, berberechos y camarones, 200 kilos de verduras para el sofrito y el caldo, 30 kilos de pulpa de tomate y 10 litros de aceite de oliva”. Luego compartió una curiosidad: “la antigua paellera, con siete metros de diámetro, representaba un problema para su traslado, por eso se construyó una nueva que puede dividirse en dos y trasladarse en cualquier camioneta, después se une con tornillos y para evitar que no pierda los líquidos, se sella con engrudo, o sea, agua y harina”.

Se prenden más de 30 quemadores que levantan la temperatura de la gran paellera. Luego, una retroexcavadora incorpora el arroz y los mariscos congelados -para evitar la pérdida de la cadena de frío-mientras, con grandes rastrillos de acero inoxidable se mezclan los ingredientes. La cocción lleva aproximadamente una hora y media. Una vez que la paella está a punto, los chefs que participaron hacen un brindis y luego, se sirven las miles de porciones preparadas. La gente disfruta del abundante plato en largas mesas instaladas en la rambla o en mesas y sillas que ellos mismos llevan.

El evento, símbolo de Piriápolis, marca el inicio de la temporada de verano. (Foto: Mario Rodriguez).

Por su parte, Manuel Reyna, presidente de Aprotur, destacó el fin benéfico del evento, ya que la Fundación Hemovida del Hemocentro Maldonado recibe parte de lo recaudado y, sobre la temporada que comienza, puntualizó los importante beneficios para los argentinos que visiten Uruguay, entre los que se destaca la devolución total del IVA -22 por ciento- en hotelería, gastronomía y alquiler de autos.

La capital japonesa es una de las ciudades más grandes del mundo. Vértigo y filosofía zen conviven en un mundo donde rigen otros códigos y otras tradiciones: por dónde empezar para no perderse y disfrutar de esta maravilla urbana.

Por Graciela Cutuli

¿Cómo se hace para desembarcar en una ciudad que supera los nueve millones de habitantes, tiene una de las redes de subte más intrincadas del mundo y donde nadie habla inglés, sin morir en el intento? Simplemente hay que elegir Tokio. A la hora de programar un viaje hay que saber que lo mejor es elegir un alojamiento cercano a cualquiera de las estaciones de la línea Yamanote: este tren urbano tiene un recorrido circular y hace imposible perderse. Además, si se planea seguir viaje por Japón y se ha comprado un pase de tren (la mejor opción), la Yamanote está incluida.

Guiándose por sus estaciones se puede fácilmente llegar a los principales puntos de la ciudad. Y aunque es cierto que rara vez uno se topa con gente que hable inglés fluidamente, en los lugares clave (aeropuertos, grandes estaciones de tren) siempre hay alguien que puede entenderse con los extranjeros. Si no lo hay, la gentileza japonesa suplirá cualquier inconveniente (eso sí, como está mal visto decir que no en forma directa, si no saben la respuesta de algo tal vez no lo digan y salgan del paso afirmando por ejemplo que “van a pensarlo”… sin llegar nunca a una conclusión).

Desde las estaciones de la línea Yamanote se accede fácilmente a los principales puntos de la ciudad. (Foto: Witaya Ratanasirikulchai / 123RF).

El cruce mundial

Tokio no tiene un centro, un “Times Square” a la neoyorquina, sino por lo menos veinte. Pero de todos ellos el más famoso es Shibuya, donde se dice que está el cruce de calles más transitado del mundo. Hay que subir -como hacen todos los turistas- al primer piso del Starbucks que está justo enfrente y apreciar la marea humana que, en perfecto orden, cruza en todas direcciones los varios pasos de cebra. A 50 metros se encuentra la salida de la estación Shibuya y la estatua del famosísimo perro Hachiko, que se convirtió en símbolo de la fidelidad -siempre esperaba aquí a su dueño- y hasta inspiró películas. Después se puede ir de paseo por los karaokes, los restaurantes de todo tipo, el Uniqlo de varios pisos y los rascacielos como el famoso Shibuya 109, un gran centro comercial.

Shibuya, el cruce de calles más transitado del mundo, visto desde el primer piso del Starbucks cercano. (Foto: Sean Pavone / 123RF).

Siempre en la Yamanote, la siguiente estación es Harajuku, que desemboca en la célebre Takeshita Street, un pasaje de varias cuadras repleto de tiendas donde asoman todos los iconos del animé. No muy lejos, los domingos al mediodía los adolescentes se juntan con sus trajes de cosplay y contrastan con la elegancia de la avenida Omotesando, que nace aquí y se considera una suerte de “Champs-Elysées” a la japonesa. Y hablando de lujos, en el paseo por la ciudad no hay que olvidar a Ginza, el barrio más exclusivo, donde están las tiendas insignia de las grandes marcas mundiales y las sedes de gigantes japoneses como Sony. En un par de estaciones más se habrá llegado a Shinjuku, por donde pasan todos los días unos tres millones de personas. Aquí se levanta el edificio del municipio de Tokio (se puede subir al mirador para apreciar la ciudad, y lo mismo se puede hacer en otros lugares, especialmente la Tokyo Tower en Roppongi y la Tokyo Skytree, que con 634 metros es la estructura artificial más alta de Japón).

Shibuya, famoso por su cruce peatonal. (Foto: Tktktk/ 123RF).

Animé y templos

Muchos tienen, como imagen de Tokio, la del barrio de Akihabara, el antiguo “distrito eléctrico” de la ciudad que pasó sin transición a ser la meca de la tecnología, el manga y el animé. Aquí se pueden encontrar los famosos maid-café atendidos por jovencitas vestidas como estudiantes y muchas otras rarezas de esas que solo se consiguen en Japón y despiertan la curiosidad occidental. Desde aquí no se estará lejos (aunque dadas las dimensiones de la ciudad la “cercanía” siempre debe ser relativizada y se refiere sobre todo a la proximidad en estaciones de metro o tren) de la estación de Tokio: de aquí parten los shinkansen o trenes bala a otros puntos de Japón, pero el edificio merece una visita en sí mismo, porque es casi una ciudad en miniatura. A pie desde la estación de Tokio se alcanza el Palacio Imperial y sus hermosos parques, para practicar hanami (ver las flores de cerezo) en primavera o disfrutar el colorido otoñal.

Barrio de Akihabara, la meca de la tecnología, el manga y el animé. (Foto: Oleandra / 123RF).

Finalmente, otra de las grandes estaciones de la Yamanote es Ueno, desde donde se puede recorrer el tradicional barrio de Asakusa, con su famoso templo Senso-ji, el epicentro del Japón tradicional, donde las mujeres se pasean en kimono, se pueden probar las comidas tradicionales y descubrir las costumbres budistas que aún imperan en los códigos de la sociedad japonesa. Una joya oriental.

Privilegiada por su ubicación y calidad de vida, la principal ciudad de Australia es famosa en todo el mundo por el edificio de la Ópera, pero tiene mucho más para descubrir.

Primero lo primero: Sídney no es la capital de Australia (que es la pequeña Canberra) y sí es la gran rival de Melbourne. Pero le lleva varios cuerpos de ventaja porque tiene un as en la manga: y ese es su famosísima Ópera, un icono de clase mundial que aparece en todos los mapas de emblemas turísticos al nivel de la Torre Eiffel en Francia, el Coliseo en París o el Empire State en Nueva York.

Por lo tanto, la Ópera de Sídney será el primer lugar para visitar al llegar hasta este extremo del mundo que tiene una ventaja para los viajeros sudamericanos: al compartir hemisferio, no habrá grandes cambios en materia de clima tras cruzar medio planeta para llegar. La ópera se inauguró a comienzos de los años 70 y fue construida sobre un proyecto del arquitecto danés Jorn Utzon, que en su momento causó escándalo: era demasiado cara y demasiado innovadora, con su forma de velero sobre el mar, para lo que era aún una sociedad muy tradicional de raíces rurales. Utzon finalmente fue desplazado, pero su obra se convirtió en un símbolo y hoy está entre los lugares más visitados de la ciudad, sea para asistir a un concierto o simplemente para disfrutar el paseo y tomar un trago a orillas de la bahía, a la sombra de sus gajos blancos.

La Ópera de Sydney, con su forma de velero sobre el mar, es uno de los lugares más visitados de la ciudad. (Foto: Jonghyun Kim / 123RF).

Casi tan famoso como la Ópera es el Harbour Bridge, el puente que atraviesa el puerto. Todos los 31 de diciembre se lanzan desde aquí los fuegos artificiales de Año Nuevo -el 1º de enero llega aquí antes que a casi todo el mundo- y las imágenes dan la vuelta al mundo por su espectacularidad. Inaugurado en los años 30, el puente tiene 503 metros de largo y alcanza 134 metros de altura. Hoy se lo puede cruzar en tren, en auto o en bicicleta: y si se es muy valiente, también se puede trepar a pie en una travesía de aventura con arneses que ofrece vistas increíbles sobre Sídney y la Ópera.

Desde el Sydney Harbour Bridge se lanzan los espectaculares fuegos artificiales de Año Nuevo. (Foto: Jovannig / 123RF).

Entre la Ópera y el puente está Circular Quay, un puerto de pasajeros y área turística con paseos, centros comerciales, parques y restaurantes. En Año Nuevo es uno de los puntos de congregación de los australianos y turistas para los festejos. Además, es uno de los nodos de transporte de la ciudad y está a pasos del barrio histórico The Rocks, donde comenzó la colonización de la ciudad y hoy se encuentran, entre los callejones adoquinados, algunos de los pubs más antiguos de la ciudad. Es un lindo paseo para recorrer entre artistas callejeros y negocios de todo tipo.

Circular Quay, es un puerto de pasajeros y área turística con paseos, centros comerciales, parques y restaurantes. (Foto: Vermeulen-Perdaen / 123RF).

Un poco más al sur Darling Harbour es otra zona portuaria y el lugar de donde salen los barcos de crucero que recorren la bahía de Sídney. Hay centros comerciales, restaurantes, el hermoso Chinese Garden of Friendship y una serie de museos que tientan para quedarse todo el día: entre ellos el Museo Marítimo con sus barcos antiguos, el maravilloso Acuario para descubrir la vida marítima de Oceanía, el Museo de Cera Mme. Tussaud’s y el Wildlife World (esta suerte de pequeño zoo urbano es ideal para descubrir la fauna australiana, desde koalas a canguros, ornitorrincos o el curiosos y casi intimidante casuario).

Y si uno quisiera tener una visión de conjunto, nada mejor que visitar la Sydney Tower Eye, semejante a la CN Tower de Toronto o a la Sky Tower de Nueva Zelanda: esta altísima construcción de 309 metros permite pararse en una plataforma a los 251 metros y observar todos los barrios de Sídney en 360 grados. Felizmente hay ascensores, pero siempre están ahí sus 1504 escalones para los más valientes.

Y finalmente, aunque queden fuera de la ciudad Sídney tiene dos lugares más muy populares: Bondi Beach, a siete kilómetros, la playa de los surfistas que ya son leyenda en Australia, y las Blue Mountains, un área natural montañosa a 50 kilómetros que comprende varios parques nacionales y permite toparse con canguros en libertad.

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