Hace muchos, muchos años, la ballena “Goos” no vivía en el mar, era un animal terrestre y habitaba en la Patagonia junto a los tehuelches.
La enorme bestia tenía entonces patas cortas y fuertes, y pastaba en el campo aunque, al ser tan pesada, cada vez que se recostaba aplastaba lo que hubiera debajo.
Ocurrió que, sin explicación alguna, empezaron a desaparecer cosas. Un árbol, con raíz incluida, se borró de la faz de la tierra. Una bandada de flamencos se evaporó en pleno vuelo e igual suerte corrieron varios zorros, maras y peludos, ni los perros de caza de los tehuelches se salvaron, y desaparecieron sin dejar rastro.
La situación se agravó cuando algunas personas e incluso familias enteras desaparecieron de golpe mientras tejían o comían. Desesperados, los sobrevivientes le pidieron ayuda a Elal, su héroe sagrado.
Mientras investigaba, Elal vio pasar volando a un zorrino que fue al interior de “Goos”. Así el héroe descubrió que la ballena sin darse cuenta, al bostezar, su gran boca funcionaba como una aspiradora y se tragaba todo lo estuviera cerca.
Con el misterio aclarado, ahora el héroe tenía que encontrar la forma de recuperar todo lo que la ballena tenía en la panza.
Se le ocurrió entonces convertirse en un tábano y, cuando “Goos” abrió su bocaza para bostezar, se metió adentro y en la oscuridad, clavó su aguijón en la garganta del animal, pero este ni se enteró, volvió a picar y otra vez, y otra vez hasta que la molestia hizo carraspear a animal y luego toser expulsando todo lo que tenía en la barriga. Así fue como los zorros, las maras, los árboles, los tehuelches y el propio Elal pudieron salir del interior de la ballena.
El héroe pensó que el mejor lugar para la ballena era el agua y, después de transformar las patas de “Goos” en aletas, la mandó a vivir al mar con la orden de no tragarse nada que fuera más grande que un huevo de langostino y, desde entonces, la ballena solo se alimenta de cosas minúsculas.
El territorio en donde vivían los tehuelches quedó bastante pelado por el paso de la ballena que ahora vive feliz en el mar. Allí anda a los saltos y asoma su enorme cola saludando a los turistas que llegan a visitarla.