Meia Praia, Itapema, Brasil. El sol se despierta y sube. La desierta playa cede arena a sombrillas, gacebos, reposeras, esterillas con culos, conservadoras y vendedores ambulantes. Es el momento de tomar sol, leer y relajarse. Las actividades deportivas están vedadas hasta las 19hs. La “fiscalizazao”, un cuerpo de élite y chaleco azul, recorre el lugar reprimiendo cada intento de pegarle a una pelota, sea cual fuere el tamaño de la misma, incluso el deporte extremo del tejo, está prohibido hasta bien entrada la tarde. Pero el sol se cansa y cae. El paisaje cambia. Y cambian los personajes.

No recuerdo bien cuando lo ví por primera vez. Con mi reposera semienterrada y a contraluz, su silueta me pareció la de un gigante esgrimiendo sus poderosas armas. Estaba parado en medio de la playa que empezaba a despejarse, y su larga sombra agregaba dramatismo a la imagen. Más extraño fue ver como, por algún poder hipnótico, los muchachos se acercaban a él como zombies. Me incorporé decididamente a buscar otra Skol y a averiguar que pasaba. Las poderosas armas eran en realidad, caños de PVC con sus respectivos codos, y el gigante armaba los arcos y los zombies se dividían para empezar el partido.