Navegar por el lago argentino en un crucero de lujo es una de las mejores formas de conocer estos interminables reinos de hielo.
A treinta minutos de El Calafate se encuentra el puerto La Soledad, en donde, temprano por la mañana, abordamos el catamarán María Turquesa, de la empresa Marpatag, para recorrer el lago Argentino y navegar entre algunos de los glaciares que habitan en el Parque Nacional los Glaciares.
Con 1.560 kilómetros cuadrados, el lago Argentino es el más grande de Argentina, se compone de un cuerpo principal que luego se divide en distintos brazos. Para llegar hasta los primeros glaciares del recorrido navegamos por el brazo Norte hasta el canal Spegazzini. Los pequeños Seco y Heim se encuentran en la cima de las montañas entre el espeso bosque patagónico y por ser glaciares que no llegan hasta las aguas del lago se los denomina colgantes. Luego de navegar dos horas llegamos al glaciar Spegazzini, esta mole de roca y hielo con sus 135 metros de altura es el más alto del parque.
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En el Puesto de las Vacas desembarcamos y después de un corto trekking llegamos un viejo refugio con paredes de troncos y techos de chapa en donde vivió, entre 1990 y 1996, Harry Hilden, un finlandés contratado para capturar a las vacas que pertenecieron a las antiguas estancias de la zona, luego expropiadas para la creación del parque nacional, los animales aún hoy vagan en estado salvaje totalmente adaptadas al clima del lugar.
El viaje sigue hacia el Upsala, a pesar de estar en constante retroceso y adelgazamiento debido probablemente al cambio climático, es el tercer glaciar más largo de América del Sur (después del chileno Pío XI y el binacional Viedma), su inestabilidad causa el desprendimiento de grandes témpanos que flotan en el lago esculpidos por el agua y el viento. Durante el 2009 se observaron bloques de hasta 1.500 metros de largo constituyendo verdaderas islas de hielo. Solo el lunch box con sándwich de cordero, papas al horno bebida y postre; hacen abandonar la cubierta de la embarcación y por unos minutos disfrutar de una buena comida a bordo para reponer fuerzas porque todavía queda mucho recorrido.
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Después del almuerzo, un clásico de estos viajes nos invita nuevamente al exterior, allí, algunos miembros de la tripulación atrapan trozos de hielo para compartir con los pasajeros. Los pequeños iceberg serán los protagonistas de divertidas selfies e incluso harán las veces de una helada golosina.
La tripulación “pesca” pequeños bloques de hielo flotantes y los reparte entre los turistas. (Foto: Mario Rodriguez). Navegar entre el lago Argentino y conocer los glaciares desde el agua es una experiencia única. (Foto: Mario Rodriguez).
Por último, navegamos a través del Canal de los Témpanos hasta pasar frente a la pared norte del Perito Moreno y recorrerla en toda su extensión. Se produce un momento de silenciosa contemplación entre los viajeros, solo roto por el estruendo de algún desprendimiento al chocar con las heladas aguas.
Al contrario que casi todos los glaciares del mundo, el Moreno en vez de retroceder, avanza, y al hacerlo toca la costa opuesta y forma un dique. Con el correr de los meses, debido a la presión, el agua comienza a filtrarse y socava la base hasta crear un túnel que al romperse provoca la caída de inmensos bloques de hielo que constituye unos de los mayores espectáculos naturales del mundo.
Para disfrutar en cuarentena. En vivo: la naturaleza en su mayor esplendor.
La travesía por el lago Argentino entre témpanos, glaciares y nieves eternas termina a las 17 horas en el Puerto Soledad y completa más de ocho horas de navegación recorriendo uno de los entornos más bellos de nuestro país.