Recorrimos el Famatina para llegar hasta la histórica mina que funcionó a principios del siglo XX. Un río amarillo, montañas con paredes de colores y profundas quebradas nos regalan unas experiencias de viaje inolvidables.
En la localidad de Alto Carrizal, situada a unos 10 kilómetros de la ciudad de Famatina, dejamos la combi y el asfalto para iniciar el recorrido en una caravana de vehículos 4×4 hacia La Mejicana. Para llegar a esta mina, ascendemos la sierra de Famatina hasta los 4500 metros por un camino pedregoso que ofrece algunos sacudones y también, un paisaje que te hace ignorarlos.

Una mina de oro
Entre 1905 y 1920, esta explotación minera, principalmente de oro, fue administrada por compañías inglesas y el estado argentino financió la construcción de un cable carril para transportar los minerales extraídos desde La Mejicana hasta la ciudad Chilecito. Este sistema de transporte resultó una increíble obra de la ingeniería civil, realizada por una empresa alemana, que aún permanece en pie dando testimonio de lo que fue “la fiebre del oro” en la argentina de principios del siglo XX.
En la mayor parte del camino seguimos paralelos al cauce del río amarillo, cuya intensa coloración se debe al óxido férrico, y por momentos es tan sinuoso que lo cruzamos cuarenta y seis veces, según Matías Gaitán, secretario de turismo de Famatina y quien conduce la 4×4.
Atractivos de color
En la primera parada del recorrido observamos grabados hechos en las piedras dispersas por la zona. En este lugar, denominado Piedras Pintadas, se evidencia la presencia de los incas, considerados los primeros mineros de la zona. Marcos Moreno, de excursiones Salir del Cráter, nos comenta que los incas extraían el oro por motivos religiosos, como ofrenda a Inti, su dios supremo el Sol, y la plata para Killa, la diosa luna.
El Cañón del Ocre es uno de los puntos más atractivos del recorrido. (Foto: Mario Rodriguez) El Pesebre ofrece parece rocosas multicolores según el mineral que lo componga. (Foto: Mario Rodriguez) El río Amarillo acompaña durante gran parte del trayecto. (Foto: Mario Rodriguez)
El próximo punto de interés es El Pesebre, una gran falla geológica de la era primaria, que, esculpida por la erosión del agua y el viento luce paredes rojizas, debido a la presencia de hierro, amarillas, por el azufre y las verdosas delatan la presencia de cobre.
Algunos kilómetros más arriba, a 2600 msnm, llegamos al Cañón del Ocre, una gran grieta con paredes de hasta 80 metros, ricas en limonita (ocre) y sin dudas, el paisaje más impactante del recorrido.

La mina
El camino continúa zigzagueante y en constante ascenso, la vegetación se vuelve baja y al desolado paisaje se suman un grupo de guanacos y las últimas torres del cable carril, que parecen colgar de las montañas. En el último tramo, sobre los 4500 msnm, el viento aumenta, las plantas desaparecen y todo se vuelve amarillento. Sobre la pared de una montaña, La Mejicana muestra su pequeña boca negra y los esqueletos oxidados de la maquinaria, cuyos engranajes aún funcionan, pero ahora, como un atractivo turístico.