Chat con un amigo durante la eterna conexión Aeroparque/Posadas: “¿Llevás repelente, en Misiones los mosquitos son como pterodáctilos?”. “Uy, no, me olvidé, pero compro, arriba hay un Farmacity”. Otro entretenimiento para mitigar la espera, pensé. La farmacia estaba llena, pero había tiempo. Después de comprar el Off en crema -los aerosoles solo pueden viajar en la bodega- encaré nuevamente para preembarque. Me llamó la atención la cantidad de gente y más aún, que la mayoría eran adolescentes. Coloridas vestimentas, gafas espejadas, hasta esquíes y tablas de snowboard. Julio, viaje de estudio, Bariloche, pensaba, deduciendo lo obvio. De pronto se produce una estampida, como la de los ñúes en el Serengueti (faltaba solo el rectángulo amarillo de Nat Geo), todos en la misma dirección: preembarque. Uff, la puta madre, a comerme una cola eterna. Pero estaba contento con mi repelente en la mochila. Se formaron larguísimas filas, y, como en el super, la de al lado avanzaba más rápido. Había tiempo, pero ya no sobraba. “Celular, abrigo y zapatos en la bandeja”, ordenó el dueño del scanner. Y repitió la orden como un loro, hasta que el chino, coreano o japonés que me antecedía, la entendió. En mi bandeja puse la campera, el cinto y las zapatillas con el celular adentro. Mientras me palpaban y explicaba que el chuf-chuf en el bolsillo era para el asma y no un arma de destrucción masiva, perdí de vista mis cosas. Campera, cinto, zapatillas, celular ¡celular! ¿celular? ¿celular? Fueron 3 segundos (no, más), hasta que la mano extendida del uniformado me señalaba el aparato en otra bandeja. Creo que sonreía. Pasado el momento de tensión, pero contento con mi repelente, me junté con los que serían mis compañeros de viaje, justo a tiempo.
Ya era noche cuando llegamos al soberbio “El Soberbio Lodge”. Solo hubo tiempo para la cena, luego, cama. A la mañana siguiente, muy temprano, salimos a recorrer uno de los senderos del hotel. Después de atravesar la tupida selva que rodea al edificio, llegamos a unos inmensos campos sembrados con una planta desconocida: “¿qué cultivan acá?” le pregunté al guía. “Citronella ¿o porqué pensás que no hay un mosquito en la zona?”