Muy cerca de esta localidad, en medio de montañas y abundante vegetación, se encuentran estos saltos de agua, uno de los atractivos de las Sierras Chicas.
Ascochinga se ubica a 60 kilómetros de la ciudad de Córdoba por la E53 –es la que pasa por el aeropuerto- después hay que cruzar Río Ceballos, Salsipuedes, Agua de Oro y La Granja hasta la rotonda en donde termina la ruta y es el acceso a la localidad. Allí hay que tomar a la izquierda y luego a la derecha. El primer tramo es asfaltado pero gran parte de los casi 8 kilómetros hasta las cascadas son de ripio. A la derecha del camino hay varias bajadas al río, la última es la que nos lleva al lugar y está bien señalizada.
Las cascadas se encuentran dentro de una reserva natural. (Foto: Mario Rodriguez) Los saltos pueden verse desde el camino en medio de la vegetación. (Foto: Mario Rodriguez)
Naturaleza cuidada
Las tres Cascadas se encuentran en la Reserva Natural de la Defensa de Ascochinga. Es un área que ocupa una superficie de casi 3.400 hectáreas de sierras y bosques nativos –y algunas exóticas-. El río San Miguel, en donde están los saltos más adelante se une al Carapé para formar el río Ascochinga.
Por estar dentro de una reserva natural no se permiten las mascotas, hacer fuego, ni escuchar música a alto volumen. El horario es de 10 a 18:30 horas, y la entrada es gratuita pero se puede dejar una colaboración para los guardaparques que cuidan el lugar y brindan toda la información necesaria.
El sendero que llega hasta el río es de dificultad media-baja. (Foto: Mario Rodriguez) Las cascadas son un importante atractivo de las Sierras Chicas. (Foto: Mario Rodriguez)
Las cascadas
Para llegar a los saltos hay que recorrer un sendero de 400 metros, si bien un cartel dice que es de dificultad media, en realidad es bastante accesible. Hay que caminar unos diez minutos por una senda calada en la tierra rodeada de vegetación y atravesar algunos desniveles entre piedras y “escalones” de raíces hasta llegar al río. Desde allí, a la izquierda se pueden, primero escuchar, y luego ver las cascadas.
El manso río San Miguel se abre paso entre inmensas piedras redondeadas, y en un corto tramo genera las tres caídas. La primera tiene la olla más grande. Para acceder a las dos de arriba hay que trepar por piedras resbaladizas pero hay de donde agarrarse. La segunda es la más baja pero tiene un piletón profundo calado entre las rocas y la tercera es la más alta y la de mayor dificultad para acceder. El lugar es apto para toda la familia, ya que después de estos auténticos hidromasajes naturales y sus profundas piletas, el río retoma su cauce tranquilo con playitas y zonas de poca profundidad para los más chicos.